Los tres dioses más importantes de la India son:
Visnú: Protector y restaurador.
Brahma: Creador.
Shiva: Destructor.
Brahma y Shiva nacen de Visnú, lo que puede resultar desconcertante puesto que Brahma es el creador del mundo. Brahma surge del ombligo de Visnú y Shiva de su frente.
Sobre Visnú (o "el de los pasos largos" puesto que puede cruzar el mundo en tres pasos), existen gran variedad de realtos, de los cuales, los más conocidos son los que se relacionan con las distintas encarnaciones o vatares durante los cuales viene a la tierra en forma humana o de animal con el objeto de ayudar a la humanidad.
El primer avatar de Visnú es Matsya, el pez, forma que adopta para proteger del diluvio a Manu, el primer hombre.
Cuando Manu encontró al diminuto pez, dijo: "Cuídame y yo cuidaré de tí". Pero luego el pez se hizo muy grande y Manu lo arrojó al mar. Entonces el pez le advirtió que se iba a producir una inundación y le dijo que construyera un arca.
Al llega la inundación, al pez le creció un cuerno que Manu amarró al barco utilizando a Ananta, la serpiente del mundo como cabo y el pez se remolcó hasta un lugar seguro.
Kurma, el segundo avatar, sotiene el monte Meru y ayuda a los dioses a recupear catorce tesoros del mar de leche.
En su tercera encarnación, como Varaha, Visnú salvó al mundo después de que fuese anegado por la inundación y de que el demonio Hiranyaksha se hubiese apoderado de él. Varaha mató al demonio y volvió a elevar la tierra con sus colmillos.
Había una vez un rey demonio llamado Hiranya-Kashipu que gobernaba el mundo. Era cruel, malvado e invulnerable a los hombres, animales o dioses, dentro o fuera de su casa, de día o de noche.
Un día, para hacer una broma, Hiranya-Kashipu golpeó un pilar de su palacio y preguntó si Visnú estaba allí. Para su sorpresa, Visnú salió rugiendo en forma de hombre-león, su cuarto avatar y destrozó al demonio al anochecer en la galería del palacio.
Vamana, el quinto avatar, nació para dominar el poder de otro rey demonio: Bali.
Cuando le pidió a Bali que le otrogara sólo la tierra que pudiera atravesar de tres pasos, el rey se rió y le concedó el deseo. Vamana atravesó todo el mundo y Bali se quedo tan solo con el reino de Patala, bajo la tierra.
En su sexta encarnación, Visnú nació dentro de la casta de los Brahmanes, los sacerdotes.
En ese momento, la casta de los guerreros (Kshatriya) dominaba el mundo, pero los dioses pensaron que era mejor que los Brahamanes lo hicieran. Así fue como Parashu-Rama que también era guerrero, mató a Kartavirya, el rey de los 1000 brazos.
Rama es el séptimo avatar de Vinsú. Nació con la misión de dar muerte al demonio Ravana. El rey Dashartha rogó por tener un hijo y Vinsú, dándole una taza de néctar divino para que fuera compartido por sus tres esposas hizo posible que naciera cuatro hijos:
Rama, que recibió la mitad de la escencia divina;
Bharata, que recibió un cuarto;
Lakshmana, que recibió un octavo y
Satrughna, que recibió el octavo restante.
En definitiva, los cuatro hermanos comparten la naturaleza divina de Visnú.
Krishna es el octavo avatar de Vinsú, en su papel de amante. El amor de Krishna por Radha es un tema recurrente en la literatura y en el arte indio. No obstante, Krishna marchó a la guerra y es de su conversación filosófica con Arjuna (el conductor de su carro) que surgirá el texto sagrado del hinduísmo: El Bhagadvad Gita.
El noveno avatar de Visnú fue un personaje histórico: Buda. El enseñó a la humanidad como liberarse del deseo, de las ilusiones de este mundo y de las infinitas encarnaciones. Las reencarnaciones previas de Buda se narran en los Cuentos de Jakata.
Al final de esta era del mundo, cuando la humanidad se haya degenerado completamente, Visnú vendrá en su décima encarnación: sobre un caballo blanco y alzando una espanda de fuego, destruirá el mal y renovará el mundo.